miércoles, 2 de marzo de 2011

LA TÉCNICA AL SERVICIO DEL CORAZÓN.


Fragmento de un texto extraído de Blocs&Docs, que firma Julio Lamaña.


 (...) las características del tardo-franquismo obligaron a muchos directores a no aceptar los trámites de la censura, lo que les acababa situando, de facto, en la ilegalidad más absoluta. Al no disponer de los permisos de exhibición correspondientes, sus filmes no podían entrar en el circuito “legal”. Por lo que podemos hablar perfectamente de ese cine como de cine ilegal. La autoexclusión consciente permitió a muchos de estos francotiradores realizar un cine rabiosamente libre, en algunos casos pueril, inocente, pero que se definía por esa libertad en su concepción. En esa época, alrededor de 1970, Llorenç Soler realiza El altoparlante (1970), Noticiario RNA (1970) y Carnet de Identidad (1970), cine de las catacumbas que se veía solo en circuitos “marginales” como podían ser los cineclubs o cineforums, festivales extranjeros o salas alternativas. ( ... )  Si lo experimental, lo alternativo, lo marginal, lo autoral, definen a Llorenç, será lo social lo que marque la totalidad de su filmografía. Hacer documental de denuncia social a finales de los sesenta y en la primera mitad de los setenta, además de ser arriesgado (no como ahora), representaba la necesidad de unos cineastas de expresarse ideológicamente en un campo de batalla abiertamente hostil. Movidos por la consciencia política y social, su cámara se erigió en un arma. Llorenç Soler, como otros, fue uno de los que la cogieron y ya no la abandonaron. (...) La industria del cine se basa en un triángulo de las bermudas que integra producción, distribución y exhibición. Existen unos códigos del hampa que hace que cierto cine no entre en este triángulo o que desaparezca misteriosamente a los dos días de navegar por él. Llorenç Soler, por propia voluntad, se ha movido en buena parte de su filmografía, fuera de estos parámetros. Cuando en 1974 nace la experiencia de distribución alternativa La Central del Curt, él es uno de los directores más solicitados. Junto a otras experiencias de producción alternativa, como la Cooperativa de cinema alternatiu, La Central del Curt intentaba unir producción y distribución para difundir cine independiente en los canales de exhibición alternativos de los setenta, los cineclubs. Sin duda, ésta es una característica que marcará su estética: la ausencia de requisitos como plan de rodaje, presupuesto, productor, guión, harán que esa libertad de movimientos se traduzca en una libertad de acción difícilmente asumible desde los parámetros industriales.

 

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